Esta es una reflexión en relación a “muchos” (no todos) de los paisanos que vivimos en los Estados Unidos.

Muchas veces me he preguntado si somos personas comprometidas con el país donde vivimos y trabajamos; pero he llegado a la triste conclusión de que por desgracia, no estamos comprometidos ni con este país ni con ningún otro; por la simple razón que aunque vivimos en este país no somos leales al mismo, ya ni porque nuestros hijos nacieron acá o porque nuestros seres queridos que viven en nuestra tierra, han sido de alguna forma beneficiados por el echo de nosotros tener un empleo permanente y bien remunerado.

Estamos acá, pero vivimos allá.

Nos importa muy poco lo que aparece en los noticieros locales, ya sean: Eventos sociales, culturales o notas policíacas. No es que hallamos perdido nuestra capacidad de asombro; es que no vemos las noticias y por ende no nos enteramos de lo que esta pasando en las calles y los barrios de la ciudad donde vivimos. Simplemente no nos interesa.

Los diarios y los noticieros vienen saturados de noticias nefastas; diariamente nuestros jóvenes y paisanos mueren atropellados, baleados, apuñalados o victimas de una sobredosis. Y nosotros como si nada. Pero si estamos muy decepcionados y aterrorizados porque “allá”; secuestraron a uno, decapitaron a otro o le robaron la camioneta a aquel otro.

No nos interesan los lideres comunitarios de acá ni sus agendas, ni sus compromisos o sus malos hábitos; nos importa mas si el alcalde de Súchil se puso el sombrero al revés o si el sindico se tomo una cerveza en el parque, que la cada vez mas marcada intolerancia hacia nosotros, por parte de las autoridades de este país en donde vivimos.

No podemos pretender que estamos en un país, cuando en realidad  vivimos en otro. Tenemos que erradicar ese concepto equivocado de “me vale gorro” lo que pase aquí; porque esa es la concepción equivocada y enferma del paisano que vive acá, que tiene sus hijos acá y que probablemente morirá acá; pero argumenta que solo esta de paso y eso le da derecho a ser ingrato, ofensivo e irreverente. Porque siente que no le debe nada a nadie, pues según el, todo se lo ha ganado con su esfuerzo.

Con nuestra actitud, lo único que estamos logrando  es que nuestros hijos o nuestros nietos se conviertan en unos acomplejados; pensando que no son de acá, pero de allá tampoco. No nos involucramos en la vida escolar de ellos; no nos interesan los vecinos ni sus juntas comunitarias. No queremos saber nada de los habitantes de nuestro barrio y nos apartamos de ellos aun sabiendo que los hijos de estos, estarán en la escuela junto con los nuestros.

Todo esto, porque tenemos miedo a que se nos tache de “malinchistas” razón por la que nos convertimos en victimas de nuestros propios complejos.

Súchil es todo de nosotros, nadie nos ha retirado el derecho de visitarlo o regresar a vivir; tampoco se nos ha negado el derecho de caminar por sus calles nuevamente, ir al monte a echar una “chorrasca” de elotes tiernitos con queso y chilito en rajas o ir al ojo de agua y debajo de sus frondosos árboles “echarnos” un refresco o una cervecita con unas ricas costillas preparadas con leña de mezquite.

Pero tenemos que dejar esa actitud separatista que mas que a nosotros, lastima a nuestros hijos. Tenemos que ser buenos como hijos; pero mucho mejor como padres.

Podemos amar a nuestra tierra, pero al mismo tiempo ser respetuosos y comprometidos con la tierra y la comunidad donde vivimos.

Dejémonos de complejos; el nopal y lo Mexicano nadie nos lo va a quitar.
                                                                                                      F.H.G.

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